Salte la navegación

Category Archives: Leyendas del blues en castellano.

Un americano en Talamanca del Jarama ………Stephen Jordan Hill /Steve Jordan / Jordokid para los amigos
es toda una institucion en la movida blues madrileña , bateria y animador de la escena blues, es de esos
americanos (giris )que por mas años que lleven aqui , se les nota el acento kentuky y hablan una mezcla de
spanghlis/soureña que denota su style (blues USA ) en cada una de las frases. Por otra parte es uno de los PIONEROS
DEL BLUES CANTADO EN CASTELLANO y esa facilidad natural que Dios le ha dado con la (mezcla de idiomas ) hace que
sus composiciones sean genuinamente exclusivas , temas como LOS PECES EN EL RIO o RON NEGRITA , han sido cantados
por generaciones de blueseros y han servido se excusa para cerrar bares a altas horas de la madrugada …..

Os dejamos con Steve Jordan que os presenta el proyecto de KIOSKO RECREATIVO que regenta , en el Norte de Madrid,
y que se ha convertido en un imprescindible de la RUTA BLUES MADRILEÑA.http://www.kioskorecreativo.com/

Presenta :

Quería contaros lo del Primer Ciclo Primaveral de Blues & Barbecues que vamos a montar
todos los sábados de abril a la hora del vermut con, y por
primera vez en España, verdadera southern style pit
bbq y blues jam session ! Starring Rafa Sideburns –
voz y armónica, Sergio Montero -guitarra y voz,
Miguel Funkbugaloo -bajo y el Jordo -bateria.
También quería informaros sobre la programación
de la séptima temporada de «Conciertos Veraniegos
en el Río Jarama» que tenemos planeado para el
2012 y que empieza el próximo día 12 de Mayo con «Red House»

Costillas ……………estilo de Memphis con un simple dry rub y nada de salsas.
———-

AROMAS AMERICANOS: BARBACOA SMOKER

La esencia de la gastronomia de Usa ha llegado a tierras de la campiña, a orillas del rio Jarama, en un entorno natural privilegiado, se pueden degustar, las mejores costillas asadas al humo, un delicicioso cerdo tirado y una refrescante ensalada de col, que forman parte de un menu que es un deleite para los sentidos.
La elaboración de estos manjares es lenta, sosegada y el resultado final es un regalo para el paladar.
Muy recomendable si quereís probar lo autenticos sabores de America sin necesidad de cruzar el gran charco, el lugar es http://www.kioskorecreativo.com/, espero que lo disfruteís tanto como yo.
Un Smoker es mucho mas que una simple barbacoa, además de hacer funciones de horno es principalmente un ahumador, de hay su genuino termino Americano.
Es un tipo de cocina lenta, a temperatura baja, durante muchas horas , es un tipo de cocina, donde las prisas se dejan a un lado y las viandas empleadas adquieren el aroma y la esencia de la madera empleada.

Gracias Stephen, por regalarnos estos manjares.

ARTICULO SOBRE LOS MANJARES CARNIVOROS…….

Lo mejor que le puede ocurrir a un trozo de carne

Éste no es, probablemente, el lugar adecuado para abordar asuntos culinarios. Pero el tema, esencialmente complejo por razones históricas, culturales y lingüísticas, suscita, además de polémicas furiosas, equívocos de alcance planetario. Hagamos un esfuerzo por aclarar el embrollo: quien no ha viajado por las zonas más pobres del viejo sur estadounidense, en una imaginaria línea recta que uniría las Carolinas con Tejas sin acercarse jamás al mar, no sabe lo que es la barbacoa. En Europa, e incluso en las grandes ciudades de Estados Unidos, se cree que hacer una barbacoa es echar comida sobre una parrilla cercana al fuego. Gran error. Apartemos el fuego, apartemos la parrilla, y estaremos ya un poco más cerca de la verdad.

La barbacoa suprema se sirve en el Barbecue Belt de Tejas; sin cubiertos, sin salsas, servida por tipos sudorosos

Empecemos por la palabra. Barbacoa, en el lenguaje de los indios taínos (pobladores de varias islas caribeñas cuando Cristóbal Colón hizo su viaje), significa «fuego sagrado». Los taínos también llamaban barbacoa a un sistema de cocción bastante lento que consistía en enterrar un animal entero, generalmente una cabra, bajo una hoguera. Los conquistadores españoles pillaron la idea y la llevaron consigo en sus posteriores incursiones por las Carolinas, donde la asimilaron las tribus algonquinas locales. Más de un siglo después, los corsarios ingleses que merodeaban por el Caribe aprendieron también la palabra barbacoa, que tradujeron como barbecue, pero no el concepto: pensaron que era un sinónimo de grill, asar a la parrilla, y dieron inicio a una confusión que dura hasta nuestros días.

Cuando empezaron a llegar a las Carolinas los inmigrantes alemanes, copiaron el sistema de cocción caribeño que los algonquines habían aprendido de los españoles. Y le aportaron la minuciosidad germánica. Ellos establecieron el primer canon: barbacoa significa cocción por humo a baja temperatura, muy lejos del fuego. En bastantes países suramericanos, principalmente Argentina, se sigue también la filosofía del fuego distante y la paciencia. El proceso dura al menos 12 horas, a veces hasta 24, y deja en la carne un característico anillo rosado. La tradición alemana de las Carolinas, norte y sur, heredada de los indios, exige que la barbacoa se haga con cerdo. Posteriormente, en el siglo XIX, los granjeros más pobres cazaban cerdos salvajes y celebraban el éxito de las batidas realizando barbacoas al aire libre en las que participaba la comunidad entera. De ahí deriva otra acepción del término barbacoa: una fiesta en el jardín con carne asada como plato principal.

Evidentemente, la cosa no quedó ahí. La conquista del oeste llevó la barbacoa hasta Tennessee, donde se aplicó una pequeña variante: frente a las diferentes salsas líquidas usadas en las Carolinas, en Memphis se prefiere el aliño en seco.

Un inciso: para probar auténtica barbacoa hay que introducirse en antros infames, porque el método del humo es insalubre. En Nueva York, por ejemplo, existe sólo un establecimiento que sirva algo parecido a la barbacoa, el Blue Smoke BBQ, cuyos dueños tuvieron que invertir cuatro millones de dólares en un sistema pozo-horno que cumpliera la normativa sanitaria. En Memphis, lo mejor es acercarse a los barrios más pobres y buscar un grupo de hombres malencarados en torno a un bidón metálico: existe una alta probabilidad de que preparen barbacoa.

¿Cuál es la mejor barbacoa del mundo? En mi modesta opinión, la que se prepara en el Barbecue Belt de Tejas. Esa zona comprende las localidades de Smithville, Elgin, Lockhart, Luling y Taylor, casi del todo desconocidas por el turismo local o extranjero. Es lógico, porque son villorrios sin interés. Salvo por la barbacoa, que allí se hace con brisket (pecho de vacuno) y salchichas de vísceras, y se sirve en locales sucios e incómodos. Se come sobre un papel, sin cubiertos, sin salsa y sin acompañamiento, servida directamente en el pit (pozo) por tipos sudorosos envueltos en humo. Eso es la barbacoa suprema. Quien la ha probado, no la olvida. Y desiste de llamar barbacoa a unas cuantas costillas de cordero asadas en 10 minutos.

Vale, el asunto es muy, muy marginal. Pero así se llama la sección. Y valía la pena aclarar conceptos. –


Texto y fotos Arturo Olvera Hernández

Luego de que el año anterior recibiera un justo homenaje en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), el maestro José Cruz Camargo, recibirá un nuevo reconocimiento en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, por su trayectoria en la escena blusera nacional.

El 21 del presente, a las 12:00 horas en el Teatro Javier Barros Sierra, de Acatlán, se inaugurará dicho reconocimiento con la exposición fotográfica Momentos de blues, de Arturo Olvera Hernández, con 38 fotografías de grupos, solistas y gente de blues, entre las cuales no podían faltar imágenes del homenajeado. Además de un documental en torno a los 25 años del programa radiofónico El blues inmortal, de Mario Compañet, documental realizado por Rodolfo Cruz.

A las 13:00 horas se proyectará la cinta Feel like going home, de Martin Scorsese. Y a las 18:00 dará inicio el concierto con los grupos North side train y Ware house.

Al siguiente día, a las 13:00 horas se proyectará la cinta Crossroads, de Walter Hill, inspirada en la vida del legendario bluesman Robert Johnson. Y a las 18:00 horas se llevará a cabo el toquín con los grupos Blues Mother y Smokey fields.

El miércoles 23, a las 13:00 horas se hará entrega del reconocimiento al maestro José Cruz, con la participación musical de los grupos Burning harp y Blues demon. La clausura será ese día a las 18:00 horas, con la presentación del grupo Follaje, uno de los de mayor tradición en la escena blusera del país.

José Cruz ha sido a los largo de tres décadas uno de los armonisistas, letristas y promotores más entusiastas del blues en México. Fue de los fundadores de Real de catorce, grupo fundamental del género en la escena nacional. Desafortunadamente un mal crónico ha minado su salud y su actividad musical se ha mermado considerablemente, pero su entereza lo mantiene firme y con ánimo de continuar luchando por su vida y su sitio en el blues, elemento irremplazable en su vida.


JOSÉ CRUZ / Breve resumen biográfico.

José Cruz Camargo Zurita nació el 2 de noviembre de 1955 en la Ciudad de México. A los 10 años era un estudioso de los poetas españoles del “Siglo de oro”, a esa edad descubrió la sonoridad de la guitarra, sólo faltaba unir su lírica a las melodías para componer canciones. Inició como solista tocando en las peñas, su intención de hacer blues en español en ese tiempo no era comprendida. También desde muy joven se especializó en la ejecución de la armónica, llegando al virtuosismo. Su primera composición, un blues en tonos menores, se llamó “Mesticia”. Antes de los años ochentas, viajó a Austin, Texas donde acompañó al bluesista Mr “O”, tocando la armónica, ésa experiencia marcó su camino y reforzó su convicción de hacer blues. Al iniciar la década de los ochentas, el Foro Tlalpan de la Ciudad de México se convirtió en todo un semillero de la producción musical independiente. Ahí coincidieron, entre muchos otros, Jaime López, Jorge Cox Gaitán, Emilia Almazán, Roberto González, Belem Macari, Jorge el “Coco Bueno” y caricaturistas como Ahumada y el Fisgón. Posteriormente, formó parte de Banco del Ruido (con Carlos Tovar y Armando Montiel) y llevó la dirección musical del frupo que acompañaba a Betsy Pecanins. A fines de 1985 fundó Real de Catorce.

Desde entonces, es el compositor, cantante, armonicista, guitarrista y especialista en el dobro (resonador) de la banda. En la vertiente poética de sus composiciones asimiló la experiencia de un taller literario dirigido por el maestro Juan Bañuelos. De José Cruz, de fuerza espiritual, surge la visión y la persistencia que proyecta en Real de Catorce.

Sus canciones reivindican el lenguaje que nos da identidad, su estilo poético es único. La obra del compositor abre la posibilidad de entender el blues como un género universal. José Cruz creó blues en español cuando se pensaba que sólo era posible hacerlo en inglés porque el blues es el resultado histórico de la fusión de distintas músicas por lo tanto, no existe el llamado “blues puro”.

Desarrolló un estilo no comparable con otros en el manejo de letra y música, sobre la base de lo creado por los maestros, pero distinguiéndose de ellos con su propia personalidad.

La visión del mundo que proyectan sus canciones nace del contexto de la cultura mexicana, de ahí su valiosa aportación al mundo. Gracias a su obra y trabajo puede ser ubicado como una de las más grandes aportaciones al blues contemporáneo.

Después de un doloroso tránsito que inició en el año 2000, en el 2005 le fue diagnosticada “Esclerosis Múltiple”, una enfermedad crónica, costosa y que no tiene cura. Esta enfermedad produce fatiga, depresión, crisis imprevistas y discapacidad.

A quienes nos ha salvado de nuestra locura e incluso del suicido y muchos otros males; a quienes nos ha guiado con su creatividad y espiritualidad por nuevos caminos; a quienes su música ha sido una razón para continuar en este mundo, expresamos nuestra solidaridad y apoyo. Y es ahora cuando tenemos la posibilidad de devolver con todo nuestro cariño, de la misma manera en que nos fue dado, un poco de los que recibimos.

Hoy da muestra de fortaleza a su público, presentándose en varios homenajes a su persona y a su obra. Con un repertorio de nuevas canciones, el compositor, a pesar de padecer una enfermedad discapacitante e incurable tiene futuros proyectos: Grabar un disco, editar un nuevo libro de poesía y publicar su biografía.

Hay José Cruz para rato.

Tota (Flavio Rigatozzo) nació en Buenos Aires el 8 de Febrero de 1974. Lleva más de 15 años recreando el auténtico «southside-sound» de Chicago de los años ..50 y..60, interpretando clásicos de autores como Willie Dixon, Muddy Waters, Louis Jordan, James Cotton o Jimmy Reed. También se atreve a interpretar temas en castellano de su propia autoría, siempre respetando el estilo. Tanto con su formación eléctrica «Tota Blues Band» como en dúo acústico, acompañado por su guitarrista y “sideman” Martín J. Merino, ha participado en festivales y eventos del género tanto por Argentina como por España. Cabe destacar que TotaBlues ha compartido escenario, como telonero o acompañando como «banda base», a auténticos Bluesmen de Chicago (USA), de la talla de Louisiana Red, John Primer, Dave Myers, Phill Guy, James Wheeler, Raful Neal, Aron Burton, Eddie C. Campbell, Barrelhouse Chuck y otros. Actualmente Tota reside en Barcelona, promocionando su quinto disco «Insatisfacción Total».
http://www.myspace.com/totablues

http://www.totablues.net

Los putos blues y la Hispanidad. de Manolo L. Poy de la fuente: http://badmusicblues.blogspot.com/

Ayer era un día como otro cualquiera, al menos para mi. Pero resulta que con mi despiste habitual estaba entrando en un día patrio, uno de esos días patrios por excelencia. Pasadas las doce de la noche, aferrado a mi chupito, entraba en el Día de la Hispanidad, nombre rimbombante con el que antes se denominaba al día del Descubrimiento de América.

Ajenos a esas vicisitudes, dos amigos míos presentaban un disco. La criatura se llama “Todo lo hice por los blues” y lleva el subtitulo “Cien por cien en castellano”. Y pensareis, ¡coño que apropiado!. Pues, queridas bestezuelas, para nada. La cosa era un puta casualidad, provocada por una profunda reflexión: lo presentamos el martes, porque el miércoles es fiesta. ¿Qué fiesta?. Ni puñetera idea. La cosa es que en una sala de Barcelona, regentada por un descendiente de gallegos y llamada Rocksound, dos argentinos presentaban un disco que resumía sus escasos treinta años de vida.

Como últimamente hay un exceso de patriotismo, vaya por delante que a los dos individuos en cuestión nunca los reivindicaré como descubrimiento, por muy sudacas que sean, sino como amigos, por muy sudacas que sean, valga la reiteración.
Los “pibes” se llaman Martín y Flavio, Se conocieron allá por principios de los 90 en un campo de fútbol. Los que los conocemos sabemos lo que cuesta imaginárselos vestidos con pantalones cortos y medias a media pierna. Pero hubo un día que fue así. Ambos jugaban en el Club Ferrocarril Oeste, ignoramos con que fortuna balompédica, pero la vida no les había llamado al recto camino del deporte, sino al tortuoso camino del arte, o en su defecto, de la farándula.

Martín era el típico feo encantador que ligaba como un condenado. Flavio era el graciado que no se comía una rosca y tardaba en despegar. Martín era un seductor guitarrista de un grupo de rock adolescente. Su colega Flavio dedujo que ahí estaba la clave del éxito y aprendió a tocar la armónica, porque le pareció el instrumento más fácil.

Una buena noche ambos se subieron a un taxi y la taxista llevaba un casette con música blues. Y allí parió la madre del cordero. Flavio se quedó impactado y, andando el tiempo, se convirtió en Tota. Martín se convirtió en su fiel escudero y devino en lo que ya era: un magnífico guitarrista. Ambos se hartaron de recorrer tugurios arrastrando sus blues, hasta que un buen día pillaron un avión y se vinieron a esta europa/españa/cataluña, cruzando el océano que Colón convirtió en charco y “pasando más miedo que argentino aduana”, según propia confesión.
Aquí las pasaron de todos los colores, desde el verde hasta el morado, hasta que se ¿asentaron?. Ayer estos dos bingueros marrulleros, cumplieron un sueño: demostrar que el blues tiene un idioma propio, pero un sentimiento universal. Martín Merino, el chaval que componía baladas de rock, demostró que lleva dentro un poeta. Tota, ese absoluto Tota Blues, disfrutó como un niño tocando magistralmente aquel instrumento que un día, como al despiste, le cambió la vida.

Durante dos horas nos regalaron canciones que hablan de bares, de mujeres, de borracheras, de desamores, de decepciones, de soledades, incluso, de amores y éxitos. Nos dijeron cosas como , “Olvídate del pasado, consíguete otra mujer”,”Soy un rey de noche y un mendigo de día”, “Tuve una gran mujer pero no tuve tiempo para huir”, “Soy un tipo raro” o “El último whisky”. Por momentos pensaba que estaba escuchando mi propia biografía. A la mañana siguiente, me desperté con un ladrillo en la cabeza y pensando: menos mal que algunos nos han devuelto el puto descubrimiento.

Actualizado (Jueves, 17 de Noviembre de 2011 15:57)

Texto y fotos Arturo Olvera Hernández

Otro señorón del blues en México es el experimentado Ernesto de León, hombre tranquilo, de gran espiritualidad. Maestro de la guitarra, casi medio siglo de experiencia en esto del rock, el blues, el boogie y otros ritmos afines que ha sabido abordar y darles lustre.

Nos reunimos con Ernesto y el buen amigo Antonio Cruz, manager de Ernesto, allá por el norte del Distrito Federal o la gran ciudad de México. Un restaurante fue el marco para la charla al mediodía, degustando algún platillo y bebiendo naranjada, como buenos chicos. Y como en una charla espontánea, Ernesto inició su historia.

Jarocho y fiestero

“Vengo de una familia muy fiestera, somos veracruzanos (estado que baña el Golfo de México), y hacían fiesta por cualquier pretexto, entonces mamábamos música, nos criaron con música, pero al llegar el rock se dio un cambio total, nos dimos cuenta que esa era nuestra música. A partir de ahí ya no la abandonamos y la agarramos con una pasión increíble, y al paso del tiempo comprendí que lo que estábamos oyendo, su raíz era el blues, y entonces dije vámonos directamente a las raíces”, fueron las primeras palabras de Ernesto, quien al recordar aquellos primeros años se le alegra el rostro y esboza sonrisas con frecuencia.

¿Cuándo escuchas el primer blues?

“Con un cantante negro como a los 13 años, aunque antes ya había escuchado algunos cantados por blancos, por ejemplo Bill Halley tenía un instrumental llamado El blues del cometa, pero tenía unos cuates que venían de Tijuana a ensayar y traían unos discos de B.B. King y se notaba la diferencia, aunque no lo entendí inmediatamente porque lo escuchaba un tanto monótono porque me había acostumbrado al rocanrol y el blues era más acompasado y tenía pocos cambios de tono. Pero después lo escuché en vivo cuando vino el Canned Heat, vinieron también los primeros Animals con Eric Burdon. Pero también había un mexicano que tocaba el blues de manera contundente, era Sergio Villalobos, él sí transmitía el blues en todo su esplendor, y fue cuando yo dije esta es mi música, esto es lo que yo quiero llegar a hacer, entonces tenía como 17 años, por 1967 y ya tocaba con un grupo llamado Los ovnis, dije, es lo único que me interesa y quiero llegar a ser blusista”.

Su primera lira

¿Cómo fue tu primera guitarra, tus primeros acordes, cómo recuerdas todo esto?

“Mi primera guitarra me la regalaron cuando yo tenía cuatro años, me la dio mi mamá y era prácticamente un juguete, recuerdo que le rompí todas las cuerdas y me quedó solamente una y para que no acabara de romper me la guardaron en un ropero bajo llave y ahí se quedo, pero cuando ya tenía como ocho años la descubrí nuevamente y fue maravilloso, la rescaté y con ella aprendí mi primer rolita con una sola cuerda. Después convencí a mi mamá para que me comprara otra, fue una de medio uso de madera y esa sí tenía sus seis cuerdas. Era la época del rocanrol y me iba a ver a los grupos que tocaban en aquel tiempo, como vivía cerca del la estación de radio XEW, entonces cuando sabíamos que habría grupos de rock íbamos y veíamos que traían sus guitarras que eran muy distintas a la guitarra tradicional, la guitarra eléctrica se caracteriza por sus colores llamativos, su brillo y me di cuanta que eran muy delgadas. Entonces después llegué a mi casa, agarré un serrucho y la empecé a cortar para que me quedara delgadita jajajaja, le puse su tapa y la ensamblé y la adapté para conectarla a la electricidad, pero imagínate como sonaba. Ya después los convencí para que me compraran una guitarra eléctrica en abonos (pagos), ya con esa guitarra llegaron un día Los ovnis a buscarme por que buscaban un guitarrista y alguien les había dicho que yo tocaba, les dio buenas referencias y yo los había visto ya en varios conciertos, pues eran casi profesionales y hasta en la televisión salían. Entonces cuando me fueron a buscar me aluciné y no lo podía creer, pero no tenía amplificador, pero me dijeron, no te preocupes te ayudamos y lo sacamos en abonos, pues ellos ya tocaban regularmente en un café del centro de la ciudad, todo iba bien pero al poco tiempo empezaron a cerrar los cafés de la ciudad, y un día llegamos y el café ya estaba cerrado y se habían quedado nuestros instrumentos adentro, eran tiempos de represión hacia los jóvenes, luego de un tiempo pudimos sacar nuestras cosas, recuperé mi amplificador y empezamos a hacer giras por el interior de la República”.

Voy para loco

¿Qué tocaban en ese tiempo Los ovnis?

“Era rocanrol, era el tiempo del a go-go y hacíamos covers como La última vez, que tocaban los Stones, fue nuestro éxito radiofónico y nos llamaban mucho de la provincia, para bailes en muchos lados del país. Era un disco sencillo y aparte salió en LP, había una pieza muy negra que se llamaba I go crazy, (Voy para loco), rolas que nos llegaban por medio de los grupos que llegaban de Tijuana, venían más actualizados con rolas como Susy Q o Bule bule que dieron paso a otra época la del a go-go”.

¿Y cuándo descubres el auténtico blues?

“Bueno, con Los ovnis tocábamos una pieza de Big Joe Williams titulada Baby please don’t go, pero aquí le pusimos El ovni, era un cover hecho a la idiosincrasia del mexicano, quedó bien, todavía la oigo a veces, era una adaptación al español y funcionó muy bien, bueno llegamos a tener nuestro club de fans y llamaban a la radio para pedir nuestras rolas, también grabamos Light my fire, otra que también pegó. Luego llegó la onda sicodélica y el grupo se estaba desbandando, entonces conocí a un periodista de nombre Armando Molina, que se enteró que nos estábamos separando y me invitó a hacer La máquina del sonido y para entonces ya había penetrado más el blues y nos dimos cuenta que el blues era lo máximo, hicimos un disco para CBS y le metimos mucho blues, algunos en inglés y otros en español. En esta época sicodélica me metí en las drogas, empezamos a experimentar con drogas fuertes como el LSD, la mente se nos voló y nos íbamos a otras dimensiones, me acuerdo que estábamos ensayando y salía el toque (cigarrillo de mariguana), nos quedábamos tan arriba y terminábamos el ensayo, nos despedíamos, me subía a un autobús y cuando me daba cuanta ya me había pasado de mi casa muchas cuadras, nos perdíamos y con el LSD, peor, perdía uno la noción del entorno y el tiempo, era un disfrute la sicodelia, que quiere decir disfrutes de la mente, pero como experiencia estuvo bien y ahora me sirve para ayudar a los jóvenes en estos problemas ”.

¿Luego de estas experiencias de vida, te encuentras con qué, con quien, cómo retomas el camino?

“Por algo estoy aquí, además el blues es algo sublime, es algo digno de que sea conocido, de expresarlo y de difundirlo. Después de La máquina del sonido vino el Three souls in my mind, en el anterior grupo ya no había cohesión por lo mismo que cada quien armaba sus locuras, le pegábamos durísimo, ese álbum que grabamos para CBS eran puras locuras, yo veía mi guitarra y a la hora de tocar la guitarra salían chispas de colores y las figuras de las notas las veía como surgían disparadas, veía el piano y el teclado lo veía ondulado, andábamos en otra dimensión, éramos una banda muy pesada y prendida, cuando tocábamos se sentía la potencia, pero lamentablemente llegó el shok. El disco era muy sicodélico con temas originales de nosotros y sólo un cover que era In a gada da vida”.

Tiempos difíciles

Cuenta Ernesto que luego llegaron tiempos difíciles, los lugares para tocar poco a poco fueron cerrando y nosotros nuevamente habíamos comprado equipo en pagos y nos urgía trabajar para que no nos embargaran el equipo y organizamos nuestras tocadas para recaudar fondos.

“Pero no hacía falta otro grupo para hacer la tardeada y alguien nos dijo de un grupo que no cobraba muy caro, se llamaban Hangar ambulante, quienes por tocar hasta ni cobraban pero tampoco tenían instrumentos, lo único que tenían era la guitarra de Sergio Villalobos y llegaban a las tocadas cuando terminaban los grupos y pedían chance para tocar, eran buenísimos, excelentes, Sergio Villalobos fue el mejor guitarrista de México y en gran ausente en el Festival de Avándaro. Bueno pues los fuimos a buscara para que tocaran cono nosotros pero habían salido de gira, pero alguien conocía a unos chavos que se llaman el Three souls in my mind que vivían en la colonia Del valle, ellos empezaban y no cobraban mucho, fuimos a buscar a Alejandro Lora que era un chamaquito como de 16 ó 17 años, ahí conocimos a Alex, un chavito muy flaquito, parecía que acababa de salir de la secundaria, nos presentamos y dijo que ya nos conocía, se impresionó cuando llegamos. Les dijimos, queremos que toquen pero no hay mucha lana (dinero), ‘claro que aceptamos maestro, como que no’. Y se apuntaron, ahí fue cuando los conocí, entonces tocamos La máquina del sonido y el Three souls… ahí escuché por primera vez a Alex y su voz ronca. Para entonces yo ya tenía broncas con los de La máquina y estaba por desbandarse y les comenté a los del Three… que intentáramos algo, pero que yo quería tocar blues, exclusivamente blues, y aceptaron y empezamos a ensayar y así se formó el primer Three souls…, Y quedamos que si funcionaba pues adelante, y si no, cada quien por su lado, esto fue en 1969”.

Esta primera formación del Three Souls la formaban Alex Lora, Charly Hauptvogel, Ernesto de León, quien a su vez había invitado a Toño Limón, a quien había conocido en Los ovnis.

“En 1970 fue el Festival de Avándaro y en ese año, en mayo muere Sergio Villalobos, éramos de la misma edad y alternábamos mucho, era un tipo excepcional y el mejor guitarrista de México, él fue el que me transmitió el blues, yo ya lo había oído, pero para que el blues te guste tienes que oírlo en vivo (directo) y tocado por alguien que realmente lo transmita. Ya cuando vino Canned Heat también lo escuché en vivo, traían una energía tremenda, con la Máquina del sonido les abrimos un concierto”.

¿En cuántos discos participaste con el Three souls…?

“Fueron ocho, desde el primero que fue solamente Three souls in my mind hasta el que se tituló La devaluación, esto fue de 1970 al 78, en aquellos años Pármenides García Saldaña nos dijo, ‘si ustedes quieren tocar blues, sáltense a los intermediarios, si ustedes oyen músicos blancos lo están tomando de segunda mano, los negros son los efectivos, y nos habló de Elmore James, de John Lee Hooker y así fue como yo empecé a irme a las raíces, los descubrí y empecé a formar mi colección de discos y aprendía algunas técnicas, yo quería hacer blues, aunque Alex y Charly andaban más en la onda del Grand Funk, Ten years afther, grupos más pesados y a mí me seguían gustando los Rolling Stones, los Beatles, Canned Heat, Chuck Berry, Hendrix y les dije, vámonos al blues y olvídense de los demás, lo aceptaron y funcionamos bien, luego Alex se clavo en la onda de protesta y llegó un momento que no me gustaba tocar rolas como Masturbado, no le veía caso y sentía que me apartaba del blues, yo quería realizar una verdadera banda de blues, las primeras rolas sí me gustaban y estaba de acuerdo, pero después me di cuenta que cada quien debía seguir por su camino, ya no había la cohesión que hubo, me salí y empecé a grabar mis propias rolas”.

Luego de su salida del Three, Ernesto fue requerido por Tony Vértiz para revivir El hangar ambulante.

“Y en ese tiempo andaba Olaf, Antonio de la Barrera por acá, el fue bajista de Canned Heat, habían alternado con John Lee Hooker, Ike y Tina Turner y otros, era ya una estrella internacional y cuando supo que nos estábamos reagrupando se unió y anduvimos tocando por diversos rumbos de la capital, alternábamos con Canned Heat e íbamos mucho a provincia, fue una muy buena época.”

Actualmente, Ernesto o Erny como le dicen los cuates (amigos), reparte su tiempo entre algunas tocadas con su grupo llamado simplemente la banda de Ernesto de León, donde lo acompaña regularmente Isidoro Negrete en la armónica y de vez en cuando Charly Hauptvogel y algún bajista. Se presenta principalmente en el Centro cultural José Martí y en otros festivales donde es invitado con su grupo. De León todavía tiene mucho que aportar al blues hecho en México y en nuestro idioma castellano.


Avecindado en México desde hace 14 años, Pedro Wyant se ha dado a la tarea de difundir el blues en México, país que lo acogió de buena manera gracias a su talento con la guitarra y a su generosa tarea de enseñar a los jóvenes de este país los secretos de un arte que no cualquiera sabe transmitir.

Nuestro entrevistado además de experimentado guitarrista, es arreglista, productor, director musical y compositor. Ha colaborado con grupos y solistas de la talla de Beach boys, Lou Rawls, Dr. John, además de varios discos.

Los inicios

Como el título de una canción, “fue en un café” de la avenida Miguel Ángel de Quevedo donde nos encontramos y de inmediato iniciamos la charla sobre lo que nos hizo encontrarnos: el blues.

¿Dónde nace Pedro Wyant?“En Denver, Colorado, en 1947”.

¿Cómo fueron tus primeros años?

“Riquísimos, mucha diversión, mucha música. Mi papi siempre tocaba discos, también era la época del radio, no tanto de la televisión, mi papi no quiere televisión”. Señala nuestro entrevistado en un español un tanto entrecortado.

¿A quién escuchabas?

“Cash Brekneth, John Smoke, Browny McGhee, Muddy, Orson Wells el de la noche de los marcianos jeje”.

¿Cuándo escuchas el primer blues?

“El rock escuché primero, es raro, el blues nació en mi país, pero de eso no escuchamos nada, y lo que yo pensaba era el blues fue Louis Armostrong, había mucho blues en Nueva Orleans, pero no fue blues como sabemos hoy en día. Quizá cuando lo escuché por primera vez fue en los 50s cuando mi hermano Spencer escuchaba a Mississippi John Hurt, Lightin’ Hopkins, Leadbelly y muchos otros artistas como Bukka White con repertorio acústica, nunca eléctrica. Cuando empecé con la guitarra no había muchos éxitos bluseros, cuando mi primer banda no tocábamos blues, pero tuve cuates (amigos) que tocaban blues de Jimmy Reed, y cuando escuchó a estos chavos tocando esta música que fue muy popular con los rockeros compré música de Jimmy Reed”.
Momentos decisivos

¿Cuándo decides que el blues es tu vida?

“Lo conocí empecé a tocarlo por los 50 y 60, pero no fue muy buen blues porque no sabemos, pero lo seguimos a los 80. También fui jazzista tocando la guitarra, pero me di cuenta que esa música no era para mí, es mucha técnica y decidí regresar a las raíces y escuchar a los viejitos como Sunnyland Slim, Elmore James, Robert Johnson y Charly Patton, los que criaron la música”.

Pedro actualmente tiene 64 años, cuando rondaba los 40, nos dijo que tocaba con músicos negros en Colorado, donde había clubes donde se tocaba blues, “fue realmente donde aprendí con esos señores que eran muy buenos conmigo”.

Durante su larga trayectoria ha compartido escenario con figuras importantes como Albert Collins, Budy Guy, Carey Bell y The Platters, entre otros.

¿Tuviste algún maestro para aprender el blues?

“No, sí estudié algo de jazz, pero de blues no, conocí entonces muchos jazzistas”

¿Qué hizo que dejaras el jazz por el blues?

“El jazz es muy técnico, si tocas algo de Coltrane siempre la tonalidad cambia y siempre estoy capturando cuando toco, pero nunca toqué del corazón, sino con los dedos y el cerebro. Y cuando toco el blues doy más y no pienso en el diapasón, es más mi voz propia, su fraseo es increíble por eso me gusta tanto lo que hicieron los del delta, no saben de técnica, ellos cantan del corazón, su creatividad es increíble”.

El blues en castellano

Wyant señaló que los negros nunca han perdido su creatividad, esa que los ha ayudado a sobrevivir no sólo en la música, y que el blues lo pueden tocar muchos, pero por ejemplo en Los Ángeles hay muchos latinos, pero muy pocos pueden tocar el blues con propiedad y hacerlo realmente bien.

¿Cuál sería la dificultad mayor para un latino a la hora de tocar el blues?

“Ni latinos, ni sajones sabremos lo que pasaron los negros, son culturas diferentes que tienen expresiones diferentes y que marcan lo que producen, por esto es tan complicado a veces abordar el blues para quien no es negro”.

Pedro ha tocado y pasado largas temporadas en Los Ángeles, también ha tocado en Chicago en el local de Buddy Guy al lado de Lonnie Brooks.

¿En tus temporadas en Los Ángeles notaste o había una corriente fuerte de blues en castellano?
“Había grupos chicanos, es decir de hijos de mexicanos nacidos allá, pero no hablan el español, entonces no cantan en español, nunca escuché blues en español”.

¿Y a ti, qué te trae a México, qué te enamora de este país?

“La Primera vez que vine aquí fue en 1977, mi hermano y yo venimos para vacaciones, me gusta el país que cuando estoy abordando el avión de regreso no quería ir. Hay muchos elementos para quedarme, pero hay una energía aquí que no encuentro en ningún otro lugar, creo es algo que viene de la tierra, no tengo buen trabajo, pero lo que me gusta más que nunca es la gente, los mexicanos tienen sus ratos malos como cualquiera, pero sus corazones son de ambos lados del pecho y eso es lo que me gusta, y desde el primer momento que llegué me sentí mucho bienvenido, además necesitaba un cambio, porque cuando perdí mi papá allá, mis posibilidades no fue tan buenas, pero antes vine acá a visitar una amiga y me trajo a la escuela Martell (de música) y me dieron una oferta y tiempo para decidir porque era muy radical el cambio, el lenguaje para mí es difícil, de la cultura no sabía muy bien, sólo lo que me decían algunos vecinos, aprendí mucho pero no es igual, estuve otro tiempo en Los Ángeles pero necesitaba un cambio, no me gustan las políticas racistas hacia los latinos y los negros, lo bueno es que no han pasado algunas leyes, pero se han dado oleadas contra los latinos”.

Mister Pedro dice que afortunadamente el blues en México a evolucionado para bien, respecto a cuando él recién llegó, pues no había tantos grupos, no existía la asociación (AMBLUES), y que honestamente no le gustó lo que escuchó recién llegado, pero ahora hay más músicos y bandas y se escuchan mejor.

Señaló que “muchos guitarristas no saben la diferencia de rock y blues, tantos guitarristas que tienen el concepto de rockero, van muy rápido en la guitarra, pero han mejorado, creo que el nivel es bueno”.

¿El músico mexicano tiene talento para ser un buen blusista?

“No es cuestión de talento, estoy muy impresionado por el talento que existe, con mis alumnos y los músicos de aquí, no es cuestión de esto, les falta un mejor conocimiento de la música, falta más práctica”, concluyó.

Por Arturo Olvera Hdez.
Fotos de la página web de P. Wyant y A. Olvera

MUSICA › PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE ALEJANDRO MEDINA

“Manal tendría que reaparecer para los que no nos vieron”
A los 61, el bajista y cantante acaba de publicar Yo soy, un disco de composiciones propias, que presentará en septiembre en La Perla de Once.
Y dice que mientras lo grababa extrañó a Pappo, con quien formó Aeroblus en plena dictadura.

Reproducida del medio de prensa:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/3-22635-2011-08-18.html
Por Cristian Vitale / Imagen: Leandro Teysseire

El fernet con Cinzano demora en el bar y Alejandro Medina, a las cuatro de la tarde, trata de poner en palabras el significado de Yo soy, su disco reciente. Primero le entra por algo que media entre lo surreal y lo bizarro: dice que es una evocación mántrica; que, cuando se lo practica, es como el grito del karateca. “Suponte, porque yo no soy karateca. Tampoco soy violento… Soy bio rápido, más fuerte que una bala, más fuerte que una locomotora”, lanza y una gruesa carcajada viaja por el aire. Su cuerpo tipo ropero, la voz entre grave y cascada que le sale cuando habla y cuando canta sus blues, lo poderoso de su música y una actitud decidida ante la vida dan con el perfil. Pero también hay una cosmovisión del Yo soy. No es tanguera. No es del tipo “yo soy aquel gil que te espera en la esquina y vos nunca llegás”, vocea. Ni del otro onda “yo soy el más capo de todos, boludo, ¿qué te pasa?”.

–¿Qué es Yo soy, entonces? ¿Quién es Alejandro Medina?

–Es la última inspiración para respirar y, en esa respiración última, pedir algo: seguir respirando. En ese momento llegaste a tu integridad, a tu microcosmos, y por ahí entrás al macrocosmos y de ahí a la unidad. Porque todos somos fragmentos de una gran unidad. ¿Se imagina si todas las unidades nos juntáramos? Las sillas, las mesas, nosotros, las casas… ¿Qué sería? Una bola de piedra con un poco de hidrato de carbono, aminoácidos, agua y sol. Sería otro planeta: la vida. Porque la vida es eso: polvo cósmico. Por eso el Yo soy es como la respiración última antes de partir.

La segunda pregunta, la no contestada, tiene una respuesta más vivencial que existencial. Alejandro Medina tiene 61 años. Es un bajista –tienta decir “el”– que le viene poniendo la espalda ancha al rock argentino desde hace más de cuarenta años. Un nigromante pesado, a veces lírico, y aceitoso del blues rock que empezó, algo más “fino”, tocando en Los Seasons de Carlos Mellino y circulando por los reductos hippies, beatniks y/o bohemios del segundo lustro de los ’60 (La Cueva, La Perla, El Moderno, el Di Tella). Que fundó el trío matriz del género en la Argentina (Manal), derivó en La Pesada del Rock and Roll (inolvidable su puesta en “La maldita máquina de matar” o “Tontos”), participó en los primeros discos de David Lebon, Sui Generis, Raúl Porchetto y Claudio Gabis; llegó al cenit de los decibeles lacerantes cuando se le unió a Pappo (Aeroblus), refundó Manal, con suerte escasa, en 1980 y atravesó cierto naufragio propio del quiebre de una época. “Fue una vuelta al under”, como alguna vez dijo en una entrevista con Página/12. Se trató de un largo período solista, mechado con efímeras experiencias grupales, que derivó en discos concisos, sólidos y coherentes con su sino: Hoy no es ayer (1994), De qué sirve la vida (2005) y el flamante Yo soy, que mostrará el sábado 3 de septiembre en el remozado bar La Perla (Rivadavia 2800). “Me dio un año y medio de trabajo el disco. Tuve que cambiar de estudio, y hubo muchos contratiempos que no viene al caso contar. Encima, una vez que lo terminé, lo tenía ahí y no sabía cómo editarlo. Me había gastado un montón de mosca y no me alcanzaba lo que laburaba para guardar plata y ponerla en la edición”, cuenta.

–Pero el disco salió.

–José Hernández dice que un amigo es como la sangre, viene a la herida sin que lo llamen, y ese amigo fue Litto Nebbia. Nos encontramos, le conté todo y me dijo “yo te lo saco”. Es un gaucho, Litto, un ser de luz, un tipo del reino musical que en 1965 hizo una versión de “Little Red Rooster” con Los Gatos Salvajes que nos dejó a todos alucinados.

Medina tuerce el cuello hacia la izquierda para que el pedido sea más contundente. Quiere otro fernet con Cinzano y lo exige “menos liviano”. El mozo viene directo con la botella y el líquido, negro como el petróleo, alcanza la mitad de un vaso de los largos. Le da un beso y no quiere putear. Dice que hace un mes no lo hace “ni para adentro ni para afuera”. Pero putea. “Me sacan esos pelotudos con traje y corbata, con carita de buenos, que dicen ‘hay que cambiar el país con mano dura’. ¿Por qué no se van a la puta que los parió y se dedican a pensar en la gente? Juegan a la fácil, siempre fue así esto… Por suerte ahora está Cristina, ¿no?”, lanza. Y revela una data personal: en 1977, época de Aeroblus, fue torturado por un grupo de tareas. “Yo, dentro de mi trabajo, me jugué la vida, los huevos. Me chuparon en el ’77 y me torturaron durante doce días. Pero me importa un carajo… Tuve la suerte de sobrevivir a eso y poder contarlo y decir que la experiencia fue muy buena porque me permitió ver la Caja de Pandora del ser humano abierta.”

–¿En qué sentido?

–El de ver salir todas las medusas y los bichos y sobrevivir a eso. Puedo contarlo hoy y decir “qué pena me da, loco”. Qué pena que me dan los necios, los chabones que están andando en auto con dinero nuestro, los de la derecha y algunos de la izquierda también. Esas experiencias valen mucho para afirmarte bien sobre tus piernas y saber cuándo decir “te amo”, “hola” o “chau”. Me sirvió mucho. Se lo tengo que agradecer a ese señor narigón de bigotes (Videla) y a toda esa manga de degenerados. Les tengo que agradecer que me hicieran pasar por la escuela del terror y los apruebo: fueron muy buenos maestros, me sacaron el miedo para siempre, porque ya no le temo a nada. Si viene un loco asesino, sólo hace falta que me mire a los ojos y le juro que mete la cola entre las patas. No sé por qué, pero eso pasa.

–¿Qué recuerda de la tortura?

–Mientras estaba estaqueado, desnudo, vendado y los tipos me daban submarino, electricidad y todos los chistes, yo pensaba: “Qué vergüenza si vieran esto Jesús, mi madre o un extraterrestre”. Realmente me daba vergüenza. Cuando me largaron veía la punta de un Falcon y temblaba, pero al mes me calmé.

–¿Por qué lo chuparon?

–No fue por política, fue por un maldito cabrón.

“Maldito Cabrón” se llama uno de los quince temas –todos propios– que pueblan Yo soy. “Se lo escribí un poco a los gringos que se están viniendo para acá para salvarse del desastre de allá. Es un modelo para un nefasto. ¡Sacate la careta, che! Musicalmente, el tema está medio exagerado, lo tendría que haber hecho más corto, pero me gustó el groove”, define. Entre los demás, compuestos en diferentes períodos, Medina dirá de “Yo qué sé” que la hizo en 1974, recién llegado de Río de Janeiro. “Estaba en el patio de casa y pasaba todo lo que digo: quemaban hojas secas y yo estaba sentado, tocando la guitarra e imaginando comprar pescados o entrando al morro.” De “Paraíso perdido” y “Los gringos”, que son más recientes y configuran una especie de compendio a lo Medina desde que llegó Colón hasta hoy, con un toque argentino: “Un simple quebrar al bajo en 2 por 4, un par de bandoneones…”.

–Y la introducción del Himno Nacional.

–Sí, porque quiero que este tema se escuche en toda América latina y que suene bien argentino. La segunda parte (“Se vienen los gringos”) es la actualidad. Pateando por el sur, por San Luis, Mendoza o Córdoba se ve que están los gringos por todos lados. Estos son los que vienen primero, después por ahí vienen con los acorazados y los portaaviones, después vendrán los chinos, porque esta región es como intocable, ¡es el fin del mundo! A veces parece que van a quedar pedacitos, pero mientras el hombre esté pagando el seguro del auto, tenga nafta y su amante no lo traicione, ¿qué importa? No les importa nada. Como decía García: “Apagá el televisor”. Hay que dejarse de joder y de mirar cartelitos, hay que dejar de arrastrarse por los medios.

–“Muchos desayunos y ningún Clarín”, también cantaba Charly en “Pequeñas delicias de la vida conyugal”.

–Claro, me gustaba esa canción, sí.

–Es de la época de “Gracias al cielo”, aquel tema de La Pesada que usted vuelve a hacer en este disco. ¿Qué quiso decir con esa letra tan breve, tan colgada?

–Es grass, hierba en inglés. Gracias al cielo la hierba no se sanciona, gracias a la tierra. En ese disco de La Pesada está también “La maldita máquina de matar”, uno de los solos de Pappo que más me gustó, tiene un lirismo de la puta madre. Cuando estaba grabando la nueva versión estaba haciendo todas las voces yo solo y me agarró un ataque de melancolía tremendo. Casi me pongo a llorar, porque no estaban Kubero, Pappo, Pinchevsky ni Billy Bond.

Las ausencias puntuales son la excepción. Pocos músicos de rock en Argentina pueden darse el gusto de contar, por ejemplo, con Charly García y Luis Alberto Spinetta en un mismo tema (teclado y guitarra en “Comprender”) y de sumar al elenco de invitados gente del “touch” y la historia de Oscar Giunta, el Negro Tordó, Patán Vidal, Carlos Cutaia, Juanjo Hermida, Roberto Petinatto o Ciro Fogliatta. “Me faltó Pappo, che, y estamos todos. Lo extraño mucho, porque hay que extrañar para no olvidar. Además, ¿cómo olvidarlo si formamos ese trío alucinante que fue Aeroblus, la primera banda pesada de verdad? Tocábamos eso en el ’76, entre botas y tiros.”

–Completamente nerviosos…

–Temazo ése, sí. Era una época brava. Tuvimos un primer baterista brasileño (Rolando Castello Juniors) que cuando vio todo el quilombo que había acá se volvió a Brasil. Nosotros seguimos tocando con Gonzalo Farrugia (ex baterista de Crucis) y también se fue. No sé, se lo llevaron las notas.

–¿Cómo eran los recitales de Aeroblus?

–Igual que todos en la época, custodiado por la Guardia de Infantería. Encima grabamos en la avenida Belgrano, a media cuadra del Departamento de Policía. Ahora me cago de risa, pero era duro.

–Después hubo un ratito de Pappo’s Blues, el Carpo se fue y reapareció Manal. Qué mal suena el disco en vivo de 1980…

–Una porquería, porque lo hicieron robado y ni siquiera me llamaron para mezclarlo. Pensaron que robando el disco iban a ganar más plata, los boludos. Pero lo maravilloso fue Manal Reunión, ese disco es bárbaro, pero no tiene nada que ver con la idiosincrasia de lo que se pasa por las radios hoy. Manal siempre tuvo esas cosas, al revés de Charly y Spinetta: nunca estuvimos en las multinacionales, estábamos en sellos independientes.

–Mandioca, la madre de los chicos…

–Uhhhh, me hizo acordar: tengo una reunión con Jorge Alvarez (creador del sello), que quiere generar algo hoy. Si me favorece, yo lo voy a favorecer, me gustaría volver a trabajar con él, porque el movimiento del rock argentino no alcanzaba sólo con Manal. Tuvo que intervenir Mandioca para que funcionara. Fue como la película Cadillacs Records, la de ese judío que venía desterrado y sufriendo como los negros, y fundó Chess, el sello grabador, y a cada músico le daba un Cadillac de regalía. Estaban Muddy Waters y Howlin Wolf, muy buena la peli, y Mandioca era algo así en menor escala, porque a Manal no le alcanzaba sólo la música. No nos podíamos hacer conocer si nos quedábamos en mi casa. Y encima había que luchar contra el tango, el folklore y la grasada del Club de Clan. No teníamos cabida hasta que llegó Mandioca.

–Y debutó Manal con “Qué pena me das” y “Para ser un hombre más”, el simple.

Amo Manal y me gustaría hacer una vuelta, porque Manal es una entidad, es el grupo que abrió las puertas del rock argentino. Y no hay un solo Manal, como cree el baterista. No es así, porque así le va. Manal tendría que hacer una aparición para todas las generaciones que no nos vieron: abuelos, padres, hijos.

–Javier Martínez, el baterista, no quiere…

–Claro, pero yo haría una encuesta: ¿qué piensa la gente sobre esto? El dice que rehacer Manal arruinaría su carrera solista, pero, ¿la vuelta de Manal le arruinaría la carrera solista a Javier Martínez o no? Son cosas que me rompen las pelotas, porque Manal es una entidad y el chabón no puede estar peleado con el otro (Claudio Gabis) y decir, como una mariquita, “yo con él no toco porque arruina ‘Yo qué sé’”. Parecen dos viejos pelotudos de casi 70 años con pollerita y una varita para golpearse…

–Gabis vive en Zaragoza.

–Que estén en el Sahara o en Zaragoza no me importa: que se arreglen y se acabó el partido. Si no sabés cuánto te queda de vida… ¿Con todo lo que viviste no te das cuenta de qué tenés que hacer de bueno o malo? Dejate de joder, Javier.

–¿Usted sigue viviendo en Morón?

–Sí, tengo dos casas que dejaron mi padre y mi abuela. Son mis casas. Tengo una casita humilde, de 10 por 40, y me quedo ahí. Viajo por dentro. Mi casa no tiene rejas, está abierta para el que quiere entrar… Pagás al salir (risas). En esa casa nació, por ejemplo, “Laralú”, el tema que le hice a mi nieta. Fue en un momento en que sentía mucha revolución a mi alrededor, mucha guerra, y en realidad no había nada. Me puse a escribir esa canción como para tener paz y pensé en ella. Me fui al jardín de adelante de mi casa, porque tengo jardín, y escribí la parte del final: “Mándenme a Laralú…”.

–“El blues, el mate y mi perro” y “El lunes no perdona” se intuyen autobiográficos. ¿Cómo fueron las historias?

–Con el primero, me subí al subte en Independencia para bajar en Lavalle, el día anterior al 1º de mayo, y en el subte había pibes con banderas gritando consignas políticas y de repente siento un “Hey, Medina, cantate algo”. Les canté “El blues, el mate y mi perro”. Todos los tipos cantando el tema y dos yanquis que no entendían un carajo. Era muy fuerte la situación. Lo hice en una época como ahora, cuando fundieron los bancos europeos sin que repercutiera acá.

–Es un tema kirchnerista, entonces.

–Totalmente. Soy un kirchnerista total. ¿Qué voy a estar, con todos los falsos peronistas, si yo soy de Perón? Les guste o no les guste, Néstor y Cristina hicieron mucho por muchos. ¿Qué, voy a aplaudir a Macri? Me da vergüenza. No quiero volver a decir malas palabras, por favor.

–Le faltó hablar de “El lunes no perdona”.

–Es una historia así: venía de un fin de semana glorioso de sexo y lujuria. Me tomé el subte de las 8 de la mañana y estaba re bonito, feromónico, y tenía olor a sexo encima. Las minas se daban cuenta y los chabones también. Y los tipos, claro, me miraban con cara de 38. Es una pequeña película que termina cuando me bajo en Acoyte, voy mirando el piso de la escalera mecánica y veo unos talones, una sandalias, unas piernas peludas, una túnica blanca y paf: ¡un Hare Krishna! Nos quedamos hablando en la esquina de Acoyte y Rivadavia. Es un tema bonito para bailar el blues.

–Una letra visceral, como escribía Pappo, casi.


–Lo que dice mi compañera Lola, sí, mi ser visceral.

–El hecho de hacer temas suyos y ninguna versión, ¿tiene que ver con una autoafirmación del Yo soy?

–No, no tuve tiempo. Estuve seis meses para armar las bases, un año en un estudio del que me tuve que ir y me quedé en pelotas. Si existiera algún productor que quisiera que yo hiciera covers, me gustaría hacerlos, pero bajo una producción y no como éste, que lo hice a fuerza de laburo, guita y sangre. Hay gente que me dice “vos tendrías que tener una limusina, loco”. Tampoco la boludez, pero me rompí el culo toda la vida. ¿Por qué tengo que pasar cosas así?

No considero apropiado dar una introducción a una entrevista, pues pienso que los lectores quieren ir al “grano”, y en este caso es José Riu, considerado por muchos como el padre del Blues venezolano junto a Marcelo Caponi y la legendaria banda Pastel de Gente. Para quienes no lo saben Pastel de Gente o People Pie es una banda bastante antigua de la ciudad de Caracas, que se hizo leyenda por interpretar Blues en un país latino, un poco desentendido (hasta hoy en día) de las cosas que suceden alrededor del mundo, que en este caso es el “Blues” en Venezuela. José Riu Nació en Caracas hace 50 años y se crio en la localidad de Altamira, profesional del periodismo, para demostrar que los músicos de Blues son mucho más que un hombre vago con una guitarra al hombro y un amplificador en la mano derecha, que deambula bares a media noche, gastando su vida entre personas de mala vida y vicios.

Acudo a la cita acordada vía telefónica, y como si de un mito se tratara, saliendo de la Av. Boyacá de Caracas en una sus extensiones; casi golpeo el parachoques de una camioneta Mercedes Benz, intentado cambiar el disco que llevaba en el reproductor, en el cual sonaba una banda venezolana “King Chango”, no fuese que el maestro se llevara una mala impresión.

Al llamarle me dice que viste de azul, ¿Qué casualidad?, y lleva en sus manos un sobre manila, datos que me diera para reconocerle ya que jamás nos habíamos visto. Estamos en Caracas en un cruce de caminos, a las 12:00 en punto pero no de la media noche, sino del medio día, y allí veo un hombre de estatura regular, téz blanca, y conla humildad más grande que pude haber conocido en los últimos 30 años. Un estrechón de manos fija el momento. Ya en el auto suena Stevie Ray Vaughan, “Cold Shot” y no puedo creer que junto a mi esta la leyenda del Blues, José Riu.

Debo confesar que más adelante en la entrevista, y aunque Riu no lo sabe, aquel sobre que traía en sus manos me provoco la mala intención de robárselo, un sobre que para un vulgar ladrón no era más que papel, peor para Ríu y para mí no!, pues dentro de llevaba una revista Blues Revue original, el numero uno de otra revista de Blues de los Estados Unidos y el tesoro más grande que aún conserva, todos los carnets que en algún momento le acreditaron participación junto a personas como: B.B. King, John Hammond, Edgar Winter, Otish Rush. Fotos con cada uno de estos artistas, detalles de prensa y hasta un disco con grabaciones inéditas de su autoría.

¿Como llegaste al Blues en un país Latino?

En primer lugar, porque tengo un hermano diez años mayor que yo, que en plenos años 60s y 70s, cuando él era un adolescente, la música que escuchaba era The Rolling Stones, Eric Clapton, Los Beatles, y posiblemente de allí me viene la vena musical del Blues.

¿Como conseguías los discos de esa música en esa época donde era mas difícil conseguirlos?

En esa época existían tiendas especializadas donde se conseguían estos discos. Había una en el Centro Comercial Bello Campo que ahora no recuerdo su nombre; también estaba Don Disco en Chacaíto, Allums, y una vez me sucedió algo extraño cuando entré a un abasto en Altamira y me conseguí con un enorme catálogo de discos que abarcaba desde Nelson Ned hasta Santana, y allí compre, entre los que recuerdo, un disco de Lynird Skynird llamado (“Give me back my bullets) porque me llamó la atención la pinta de los tipos.
¿Cómo empieza tu integración a People Pie?

Mi hermano mayor era y es amigo de los viejos integrantes de People Pie, quienes ya tocaban en la década de los sesenta y setenta. Un día les comentó que yo tocaba guitarra y les propuso escucharme. Total que un día llegaron a mi casa y me vieron tocar sobre el fondo musical de uno de los discos de Blues que yo tenía, los cuales compraba desde los doce (12) años. Así fue como empecé a tomar la música profesionalmente. A partir de ese momento comenzó a formarse nuevamente People Pie, pero ya bajo el nombre “nacionalizado” de Pastel de Gente, y sucedió lo que quizás me gustaría que me sucediera a mí ahora, que llegara alguien mas joven que yo con el impulso que da la juventud (que es único), y me insistiese para grabar un disco, tocar en bares, hacer giras y esas cosas, como hice yo en aquella época

¿En que momento entraste a Pastel de Gente?

En el año 1983. Ya para el año 1985 grabamos el primer disco “El Blues del Plan Union” y el segundo, “Estas viejo Rock and Roll”, en 1987.

¿Por qué se separó Pastel de Gente?

No nos separamos por algún incidente o alguna pelea. Simplemente dejamos de tocar mientras cada uno tomó su rumbo

Hector Castillo opina que tu carrera en Venezuela con el Blues es tan respetable comola de Buddy Guy ¿Qué opinas?

Para mí es todo un honor que jóvenes guitarristas como él, que continúan labrando la senda del Blues, opine ese tipo de cosas sobre las personas que como yo, hemos hecho una carrera musical discreta, subterránea, y no hemos sido tan mediáticos como otros músicos.

¿Qué equipos usa Jose Riu para conseguir ese sonido de Blues?

Por lo general toco con amplificadores de tubos Fender (Twin Reverb), Marshall (Artist 4203, JCM 800, Lead 50 año 72), y también en una época, sobre todo con Pastel de Gente, usé amplificadores Peavey (Classic, Heritage). Hoy en día, estoy utilizando también, sobre todo en espacios pequeños un amplificador Line 6.

La guitarra que uso desde hace muchos años es una Stratocaster de 1962, aunque también he usado en otras oportunidades guitarras Gibson, Aria Pro, Kramer, y Yamaha, entre otras, pero después que te acostumbras a la Fender es un poco difícil separarse de ella, aparte de que las guitarras Les Paul son mucho más pesadas. Eso sí, la primera guitarra que tuve fue una Teisco, la cual me hubiese gustado tener conmigo en estos momentos y la cual vendí para comprarme una Fender Lead II que posteriormente me robaron junto a un amplificador Music Man. Nunca olvidaré cuando toqué la Fender Lead por primera vez. Comparándola con la Teisco, sería algo así como dejar de manejar un Fiat y manejar un Lamborghini.

¿Qué pedales de efectos usa Jose Riu para su guitarra?

Ninguno. Uso la reverb del amplificador y hace mucho tiempo usaba en ciertas ocasiones un Wah Wah “Cry Baby”. Pero siempre que me han hecho esa pregunta he respondido: “cerebro, corazón y un litro de ron o lo que haya”.

¿O sea Jose riu toca al estilo Freddie King, Guitarra solamente y amplificador almáximo?

Correcto. “A rin pelao”, como me dicen por ahí, y con “feeling”, que es precisamente lo necesario y lo más importante para tocar Blues. Es decir, expresar tu propio sentimiento, que es en definitiva lo que te da un sonido particular y único, que indistintamente al género musical que interpretes, es lo que hace la diferencia. Si tu escuchas a Clapton, a Joe Pass, a Larry Carlton, o a Leslie West, tocando juntos, te darás cuenta inmediatamente que cada uno tiene un estilo y un sonido propio. De igual forma si colocas en una tarima a BB King, Rory Gallagher, Freddie King, Eric Clapton, Peter Green, Albert King, y muchos más, seguramente también los reconocerías fácilmente, pero hago la salvedad de que en este caso es aún más importante por tratarse de un mismo género musical.

¿En que se inspira Jose Riu?

En el Blues no se tiene una pauta predefinida. Recuerda que estamos hablando de un estilo musical donde lo primordial – aunque creo que en todos los géneros lo es- es el feeling. Por otra parte, yo tengo una filosofía que consiste, en primer lugar, tocar para mí, para disfrutar, así inmediatamente empieza el feedback con el público porque sabe que lo que esta allí parado no es un robot, es decir, que uno no llegó a tocar simplemente porque hay un pago, independientemente de que eso sea lo que todos queremos; que nos paguen por lo que hacemos y más aún si haces lo que te gusta, o a “matar un tigre” o “un guiso” como se dice en el argot popular (aunque los he matado), pero ante todo creo que hay que tocar para uno; mantener la expectativa que genera cada nueva presentación, presentación que para mí debe ser única e irrepetible.

No se puede tocar “ Every Day I Have the Blues”, “ Going Down Slow”, “ Keyto the Higway”, o “ How Long” , como sí uno fuese una repetidora de fraseos, de escalas, de acordes. Cada canción debe ser interpretad De forma diferente, única, irrepetible así la toques tres veces el mismo día, de eso se trata el blues, de feeling, de sentimiento, cualidad que tú no puedes comprar en una bodega o en una quincalla, ni te pueden enseñar en ningún conservatorio o academia, por más que lo intenten. Elfeeling, como se dice por ahí, “es como el cariño verdadero, ni se compra ni se vende”. Tanto es esto cierto, que por lo menos en mi caso, después de tantos años tocando, así me presente ante dos personas o ante miles, bien sea en una taguara o en un mega teatro, sigo sintiendo ese “hueco en el estómago” de origen inexplicable, que para mí no es otra cosa que el abreboca del feeling.

¿Estás abierto a que te inviten a tocar?

Claro, pero todo depende de cómo, con quién y en donde.

¿Qué guitarrista influyó a Jose Riu?

Yo he escuchado y sacado, recuérdate que yo soy autodidacta, muchísimos guitarristas de Blues, más de cien (100), pero debo reconocer que una de mis mayores influencias ha sido Eric Clapton. Aunque también posteriormente al descubrir los guitarristas originarios de blues, como B.B.King, Buddy Guy, T-Bone Walter, Otis Rush, Freddie King, Hendrix, (no hay que olvidarse que él proviene de esa raíz) influyeron decisivamente en mi formación.

¿Crees que Clapton influyó en todos nosotros los guitarristas?

Sí, porque cuando tu comienzas a escuchar blues, a Clapton, por ejemplo, la mayoría de nosotros no sabemos que existen BB King, Lowell Fulson, Robert Johnson, Sam House, Big Bill Bronzy, Muddy Waters, Buddy Guy, Albert Collins, Albert King, entre muchos otros, que son los “maestros”, los precursores de la guitarra de Blues, de tal forma, que si haces una encuesta – sobre todo a músicos blancos-, es más fácil quese conozca a Duane Allman que a T-Bone Walter, que es nada más y nada menos que elcompositor original de Stormy Monday Blues. O a Stevie Ray Vaughan por nombrartea alguien más contemporáneo que a Buddy Guy, aunque no debemos olvidar que gracias a muchos de estos guitarristas blancos de blues (Clapton, Green, Bloomfield, Mayall, Allman, Buchanan, Gallagher), es que hemos podido conocer a estos maestros.

¿Tú que eres conocedor del Blues debes saber que se especula sobre el pacto de Robert
Johnson, Jose Riu hizo el pacto?

Ja Ja Ja, creeme que si lo hice no me di cuenta, quizás sí, pero no se cómo ni dondeporque no lo recuerdo
¿Hace falta hacer el pacto para hacer el Blues?

No, no creo, porque el Blues es más una actitud de vida que otra cosa, por eso la palabraque lo distingue al hablar de músicos es «Bluesman»

¿Con quienes has tocado?

De las figuras internacionales he compartido tarima con B.B. King, John Hammond,Edgar Winter, Otis Rush, Andy Summer, Zucchero. En cuanto a los músicos nacionalescon muchísimos, con Yordano y los Carros Usados – él también proviene de esta raízaunque pocos lo sepan-, Jorge Spiteri, Andrés Seger, Eduardo Soto, Los Primitivos,pero sobre todo, quiero hacerle un reconocimiento a quienes me han acompañadoa través de todos estos años: Ernesto Shweinburger, Claudio Buonocuore, Eugeni Moleiro, Nelson Rodríguez, Rafael Figliuolo (Rafucho), Glen Tomassi, Rodolfo Reyes,Nelson Sardá, Enrique Santana (+), Miguel Blanco, José “Cheo” Rodríguez, WillieDíaz, Carlos Céspedes, Andrés Seger, Eduardo Soto, Richard Pacheco, Leo Córdoba, y por supuesto con Marcello Caponi, por nombrar sólo a algunos.

También debo mencionar a mi amigo el “luthier” Nicolás Volpe, quien siempre ha sacado un tiempito para arreglar los desastres que de vez en cuando le hago a mis instrumentos y a Manolo Betancourt (+) quien al igual que Nicolás me dedicaba parte de su tiempo para arreglarme los amplificadores o cualquier otro desperfecto electrónico. Recuerdo una vez que fui horas antes de presentarme en un concierto a casa de Manolo para que me arreglara una guitarra que había estropeado ese mismo día. Lo recuerdo diciéndome: “Coño chamo, como me traes esta vaina ahora”. “Por qué no viniste más temprano, siempre todo apurado” “Agarra tu perol, ya esta listo”.

¿Recuerdas anécdotas?

Una vez fui a tocar a un local en los Estados Unidos, y una persona fuera del escenarioal ver que yo no hablaba inglés, me pregunto que si lo que yo llevaba en el estuche eraun Charango… Cuando me bajé de la tarima el mismo sujeto me preguntó que de dondevenía, de que país era, y que dónde había aprendido a tocar así. B.B. King me pidió prestado el amplificador Twin Reverb en el Teatro Teresa Carreñoy una vez terminado el concierto, cuando lo fui a buscar todas las perillas estaban en10. Después dicen que uno toca duro. Con Otis Rush me fui a tocar al local La Mosca, donde descargamos durante dos horas y siempre me decía: “Play, I wanna hear you”. (“Toca te quiero escuchar”). La pasamos muy bien esa noche y guardo de ella un recuerdo imborrable.

También John Hammond me dijo una de las veces que compartimos fuera del escenario– de hecho fuimos a una parrilla y él fue el parrillero- “You born in the wrong place”(“Tu naciste en el sitio equivocado”). Creo que tiene razón.

¿Jose Riu estudió música?

No, nunca estudié en ninguna escuela o academia, estudié tratando de leer algunos libros, y una vez que otra alguien me enseñó uno que otro detalle, pero podríamos decir que soy 100 por ciento autodidacta. Toda mi formación musical proviene de escuchar hasta “rayar” o “rallar” los LP que tenía, una y otra vez. Por eso cuando me piden un disco de pasta o vinyl, como lo quieran llamar, les digo que están tan estropeados que no se pueden oír.

¿Jose Riu lee partituras a primera vista?

No, ni quisiera tampoco. Clapton dijo en una entrevista que leí hace muchos años, que para cuando el supo que ese acorde era un «Sol» ya había pasado bastante tiempo. Y ya sabemos de quien estamos hablando.

¿Cual es tu disco favorito?

Casi todos los discos de Blues me gustan, pero cuando alguien me pregunta siempre les digo que uno de los discos que me marcó fue “E. C. Was Here”, un disco rojo donde se ve la silueta de una mujer desnuda. También el disco doble de Humble Pie, en el Fillmore East, el de Cactus “One Way or Another” y el de los Allman Brothers, también doble y también en el Fillmore East, junto a muchísimos más, son de mis preferidos.

¿Cual fue la primera canción que sacó Jose Riu en la guitarra?

Hallelujah (I love her so) de Humbble Pie, tema que no es de ellos sino de Ray Charles.

¿Que pasa en Venezuela con la música?

Pasa lo que pasa en la mayoría de los países, donde la idiosincrasia de los pueblos juega un papel determinante. En nuestro caso, nuestras raíces indígenas, afro y española, se ven reflejadas en todos los aspectos de nuestra cultura y la música, obviamente, tampoco escapa a ello.

¿Que pasó con el Blues en Venezuela?

El problema del Blues acá es el mercado tan reducido. A las disqueras no les interesaproducir discos de blues y hay pocos locales donde tocarlo. Siempre he dicho que tocarBlues en Venezuela es como tocar Joropo en Oregon.

¿Por qué no hay Festivales de Blues en Venezuela?

Porque los productores no creen en el talento venezolano. Recuerdo que una vez estaba tocando con Yordano (Carros Usados) en el local Calle Luna, y le pregunté al para aquel entonces manager de Los Pericos como hacían para venir a tocar tanto en nuestro país, y él me respondió algo así como “Boludo y qué hago yo si tus productores no creen en el talento nacional”. A más de uno de esos productores nacionales les he dicho que con los 200 o 300 mil dólares que cuesta traer a un artista extranjero a Venezuela, yo sacaría a tocar por lo menos a 20 de nuestras bandas o artistas por el mundo.

¿y por qué Argentina, Chile y México sí tienen Blues y Venezuela no?

Porque recuerda que mientras Los Impala, Los Darts, los 007, y otros grupos, aquí,en nuestro país, estaban versionando por lo general canciones, los Argentinos, por ejemplo, ya estaban componiendo y tocando sus propias creaciones en español y el blues ya formaba parte de su cultura musical. Ahí tienes el ejemplo de Pappo, quien comenzó tocando blues y rock en su país, y se mantuvo así hasta el final de sus días: tocando blues y rock.

¿Recuerdas algún concierto en especial?

Sí, el del Teatro Cristo Rey en el 23 de Enero, con Pastel de Gente, porque (por lomenos así lo aprecié yo en aquella época) increíblemente la población más humilde,la de menos recursos, era la que más compraba discos y apoyaba la música. Por otraparte yo no tengo esos complejos o tabúes en lo que respecta a clases sociales, raza,religión… En donde sea bienvenido, allí estaré con mi guitarra.

¿Para tí el Blues es universal?

Completamente. Tanto un Noruego, un Filipino o un Venezolano pueden interpretar el blues correctamente, si es que hay una forma correcta de interpretarlo, y no estamos hablando de la trillada fórmula de las doce barras o compases, sino por ejemplo aaquellos que le ponen una barrera, por ejemplo, la idiomática, no creo en nada de eso.El blues se puede cantar en español, en italiano, en mandarín, y se puede tocar en Nepal, en México o en Dubai, porque el blues es una forma de vida.

¿Que frase Identifica a Jose Riu?

Siempre digo, aunque es un contrasentido, “que lo dificil del Blues, es lo fácil que es”. 1 / 7

Entrevista : Por Edwin Marquez » El Duende» Corresponsal en Venezuela.

CLAUDIO GABIS, los orígenes del blues en castellano.

Si nos situamos en la Argentina de 1968, podemos imaginar fácilmente que el panorama musical, en lo que al blues se refiere, era similar al de la España de la misma época, es decir, inexistente o reducido al ámbito de un grupo de personas cuyo número podría contarse con los dedos de una mano y sin conexión entre ellos.

En ese mismo año, Claudio Gabis, guitarrista proveniente de los grupos «Los Abuelos de la Nada» y «Bubblin Awe»; contacta con el vocalista y batería Javier Martínez y con el bajista Alejandro Medina para formar «Ricota»; el trío que, más tarde pasaría a llamarse «Manal».

El encuentro fortuito y casi milagroso de tres buenos músicos con intereses similares y puntos de vista distintos; en una época y un lugar en las que las ventas de discos estaban copadas por empalagosos cantantes melódicos y repetitivos conjuntos folclóricos dio lugar a lo que podría clasificarse como el nacimiento del blues rock en castellano; aunque en ese momento se clasificase de «beat».

Gabis, conocía el blues de primera mano gracias a una visita a EEUU donde, interesado de antemano gracias al programa de radio de Nestor Ortiz Oderigo «Antología de la Música Negra»; pudo comprar unos vinilos de unos cuantos de los grandes, de Muddy Waters a Buddy Guy y John Lee Hooker, pasando por el blues acústico de Big Bill Broonzy. Ese material le proporciona una visión de la música que se complementa con la de sus compañeros, más próximos al pop británico y al rock & roll de los cincuenta a la hora de configurar el sonido de Manal y que junto a otras influencias, va a marcar su forma de tocar la guitarra. «Bloomfield es el guitarrista que más escuché en esa época y el tío al cual más cosas le copie. Despues de Bloomfield, vinieron casi simultáneamente Clapton y Hendrix; Clapton a través de los Bluesbreakers y de Fresh Cream, el primer disco de Cream… luego vino la psicodelia».

Otro factor importante para explicar la importancia de Manal en la música argentina y en el nacimiento del blues en castellano son las letras de sus canciones, en su mayor parte bajo la responsabilidad de Javier Martinez. Aunque su intención era crear algo más cercano a las composiciones de Dylan y otros músicos americanos, la impronta arrabalera del tango y otros sonidos latinos tiene una importancia vital en las composiciones, que calan hondo en una audiencia harta de textos que no conectaban con la realidad de la sociedad. » Nuestro blues, favorecido por la novedad de las letras en castellano, pega tanto en un público intelectual como en el de los barrios. En ese momento, el tango estaba en crisis como música urbana, el folclore no representaba de ninguna manera la realidad del tiempo ni del espacio; la acogida de la música de Manal fue espectacular, en un año pasamos de conciertos de doscientas a diez mil personas».

Tras un par de singles, en los años 68 y 69, en febrero de 1970 aparece «Manal». La multinacional RCA se interesa por el trío y, en el 71, edita un nuevo single y el segundo Lp, «El León»; que no alcanzó la repercusión del primero. El dos de Julio del 72, el trío se disuelve tras un concierto en el cine Pueyrredón, de Flores. «De repente fue como si nos diésemos cuenta de que las cosas no eran como pensábamos, nos llevábamos muy mal. Nos habíamos reunido siendo muy jóvenes y durante los cuatro años que estuvimos juntos habíamos madurado, cada uno había formado su pareja y su círculo de amigos; su propia corte. Cada uno tenía sus propios proyectos y pensaba «¿Para qué voy a estar con esos dos gilipollas si puedo hacerlo mejor?. Ninguno de los tres tenía conciencia de que habíamos conseguido algo que superaba ampliamente la suma de los tres».

Claudio Gabis se traslada a Brasil en 1972 y allí pasaría doce años; con un intervalo que le llevaría a Boston durante todo 1976. En Brasil toma contacto con músicos locales de la talla de Egberto Gismonti y Hermeto Pascual y forma el grupo «Index». Comienza a dar clases de guitarra.

En 1980, con Claudio viviendo en Brasil y desplazándose constantemente a Argentina, Manal vuelve a reagruparse; graban dos discos en directo y un tercero «Reunión», con temas nuevos y «tras volverse a repetir toda la mierda que nos llevó a la disolución de la banda en el 72…» vuelven a separarse a finales de 1982.

De regreso a Argentina, en 1985, forma el grupo «La Nave», con Oscar Spla como armónica y vocalista; Edgardo Fernández al bajo y Daniel Fernández a la batería. De esta unión surge un nuevo álbum, «Cuentas regresivas». En el 89, «en medio de la debacle de la hiperinflación argentina», se traslada a Madrid. A mediados de 1990 entra en la «Escuela de Música Creativa», donde da clases de guitarra y ejerce primero como Jefe de Estudios y posteriormente como director, esta actividad le ocupa hasta Septiembre de 2003. «Al comienzo de esa etapa en la escuela, formo con el bajista uruguayo Juan San Martín el grupo «Noches de Blues», por el que pasan músicos como Ciro Fogliatta, Andrés Calamaro… También colaboré con otros grupos como «Red House» y la banda de Velma Powell, con la que realicé una gira por Grecia. También grabé un disco en directo en directo en Barcelona con Ciro Fogliatta. Hace un año y medio, obligado por el libro que estoy escribiendo, y un poco cansado de la infructuosidad del trabajo en los pubs, decidí parar un poco hasta que pueda armar un proyecto con miras más interesantes, no económicamente; sino musicalmente.

En 1995, tras una charla con el productor Alejo Stivel, Claudio reúne a un buen número de figuras de la música argentina y española con el ambicioso proyecto de editar un disco doble que recogiese un amplio muestrario del blues en castellano con diferentes cantantes y músicos en cada tema «ya que yo no canto,… O hubiese tenido una carrera diferente». El resultado, «Convocatoria» se edita primero como dos cds, en 1995 y 1996. Con la guitarra de Gabis en todos los temas, incluye un número de colaboraciones apabullante; desde Charly García, Calamaro, Fogliatta, Horacio Fumero, León Gieco y otros muchos por el lado argentino, hasta Ñaco Goñi, Joaquín Sabina, Luz Casal, Teddy Bautista y varios más en la aportación española. En el 2000, el disco se reedita en formato de doble cd. con la inclusión de dos temas con la Mississippi Blues Band.foto Bluespain

«El circuito español no es tan pobre como se dice a menudo. Ha habido épocas en las que aquí no había medios, pero hoy en día los hay. En Madrid noto una cierta falta de pasión, y lo digo sin generalizar y con respeto; hay que ofrecer al público algo interesante, En este país hay un nivelazo y unos músicos excelentes, Francisco Simón es un guitarrista extraordinario; Tonky de la Peña es un artista de blues muy completo… Ñaco y Antonio Serrano son armonicistas de primera fila, de muy alto nivel… En España hay una buena escena de blues, lo que falta es una vuelta de tuerca que lo convierta en un movimiento más interesante para el público en general; también hay un problema con la no adopción del idioma. Yo lo entiendo en función del purismo, aquí ha habido un enorme respeto por el blues y, tal vez por eso, el castellano se intercala en algún tema como una excentricidad; a menudo se termina recreando los clásicos, lo que está muy bien pero tiene la desventaja de poder convertirse en un camino demasiado trillado».

Actualmente, Claudio está trabajando en un libro sobre armonía que publicará en Argentina la editorial Ricordi, centrado en una visión moderna la armonía moderna y con un importante capítulo centrado en la armonía de blues. Su nieto disfruta aprendiendo guitarra y armónica.

Esperamos la edición del libro y nuevos proyectos que nos lleven a escuchar directos y grabaciones de Claudio Gabis, un músico con un puesto ganado a pulso entre los clásicos del blues en castellano. Gracias a Claudio por su amabilidad y todas las facilidades ofrecidas.

Entrevista realizada por Ramon del Solo ( año 2004)
Unas notas sobre el amigo Gabis. http://audio.ya.com/bluesp​ain/claudio_gabis.htm.

Recopilada por Paco San Juan por su interes historico.